Tratamiento del síndrome del intestino irritable

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Probablemente no exista ningún tratamiento mejor que una buena explicación,
pasarse un buen rato con el paciente, después de escucharle y explorarle.

Realmente hay muy pocas medidas que hayan demostrado su utilidad en estudios de investigación rigurosos, probablemente porque es una enfermedad en la que la tasa de respuesta al efecto placebo es alta (los pacientes mejoran con atención, empatía, dedicación… y probablemente el o los medicamentos que le recomendamos, ocupan un lugar secundario) para mejorar la calidad de vida de los pacientes.

Cuando se tranquilizan, cuando saben en qué consiste la enfermedad y cuando se ha descartado de una forma prácticamente definitiva otro tipo de problemas, sobre todo una enfermedad maligna, el paciente suele mejorar.

Efecto placebo (suplementos alimenticios)

El síndrome del intestino irritable es una enfermedad que genera unos ingentes beneficios a la industria farmacéutica, pues la variedad de sustancias, denominadas en su mayoría “suplementos alimenticios” que se venden tanto en las farmacias como en las parafarmacias sin prescripción facultativa, es enorme.

Los beneficios de la parafarmacia se deben en una buena medida a que tanto el síndrome del intestino irritable como otros problemas que denominamos “funcionales”, es decir, en los que no se ha demostrado de forma manifiesta un problema en la anatomía, y en los que probablemente las emociones juegan un papel muy importante, al menos algunos pacientes, sobre todo aquellos que se encuentran más afectados y limitados en su calidad de vida, existe una mejoría marcada por el efecto placebo.

Lo más destacable de estas sustancias, que tanto se anuncian en la prensa, en la radio, en la televisión, y por supuesto en internet siempre que un paciente busca alguna información médica, es que suelen ser inofensivas, carecen de efectos secundarios, que es el aspecto que más preocupa a los organismos sanitarios.

Aunque el beneficio no esté demostrado, porque en los “suplementos alimenticios”, que es como están catalogadas estas sustancias, no se exige la realización de estudios de investigación para confirmarlo, al fin y al cabo los pacientes se sienten mejor y probablemente ahorran una cantidad sustancial de gastos en medicamentos a las instituciones sanitarias, aunque supone un consumo que en ocasiones resulta cuantioso para el paciente.

El problema del efecto placebo es que suele ser de corta duración y transcurridas unas semanas o meses, reaparecen las molestias.

Se preguntarán Vds por qué insisto tanto en este tipo de sustancias antes de hablar de los tratamientos científicos, que son los que debe recomendar el médico. La razón es que cuando el paciente acude a la consulta lo hace porque ya ha tomado múltiples sustancias de estas características que “le han dejado de funcionar”, acuden con unas ideas y convicciones que aunque son erróneas están muy arraigadas y para el médico constituye un problema “desmontar” todas esas falsedades, explicarle de la forma más científica, comprensible posible su enfermedad y los posibles tratamientos.

Síntomas

La sensación de ocupación o de hinchazón (subjetiva) y la distensión (objetiva) del abdomen son los síntomas que más hacen sufrir a los pacientes con síndrome del intestino irritable.

El gas lo producen las bacterias (microbiota o flora bacteriana intestinal) al consumir parte de nuestros alimentos cuando llegan al intestino grueso (dado que no se absorben en su totalidad, sino que una parte más o menos importante llega al colon y se expulsa), muy especialmente los alimentos que lleva un tipo de hidratos de carbono ricos en FODMAP, que es acrónimo en inglés de “oligosacáridos, disacáridos y monosacáridos fermentables y polioles”. Cuantos más FODMAP, más fermentación se produce y más gas se libera. Las personas sanas no percibimos ese incremento del gas producido por los FODMAP y en general podemos consumirlos sin limitación alguna.

Sin embargo a las personas con síndrome del intestino irritable, les producen síntomas molestos, sobre todo la distensión, pero también diarrea.

Otros síntomas del síndrome del intestino irritable son el dolor abdominal, la diarrea, típicamente matutina y rara vez nocturna y el estreñimiento. En muchos pacientes se alterna diarrea y estreñimiento y es muy frecuente que la morfología de las heces varíe de forma manifiesta a lo largo de la semana. Este dato, que tanto preocupa a los pacientes, suele ser un síntoma tranquilizador, porque es característico del síndrome del intestino irritable y no de otras enfermedades graves.

Existe otro componente complejo y sutil en los síntomas de los pacientes con síndrome del intestino irritable; es el aumento de la sensibilidad visceral, la capacidad de su cerebro para percibir (y que les resulten molestos) pequeños cambios en el organismo que otras personas no captan. Yo les digo que tienen los “sensores” de su cerebro en permanente alerta y muchas veces y sin darse cuenta, están pendientes de lo que les sucede. También les procuro ayudar en este aspecto, intentando que desplacen su atención a otros intereses, para lo que a veces requerimos el apoyo de un psicólogo experto en terapia cognitivo-conductual  (realmente la mayoría de las veces no resulta necesario).

Su médico le recomendará fármacos para aliviar dichos síntomas, antiespasmódicos para el dolor, antidiarreicos cuando predomina la diarrea y preparados con fibra (sobre todo con plantago ovata) cuando predomina el estreñimiento o la alternancia de estreñimiento y diarrea.

Siga sus recomendaciones y evite tomar laxantes irritantes porque a la larga generan dependencia, de forma que si no los ingiere, no aparecerá el reflujo defecatorio (los deseos de evacuar).

Dieta

Está científicamente probado que reducir la alimentación rica en FODMAP mejora en muchos casos los síntomas de los pacientes con síndrome intestino irritable, no solo la distensión, sino también sobre todo la diarrea de aquellos pacientes en las que éste es el síntoma predominante.
En los pacientes con estreñimiento los beneficios no están tan claros.

FODMAP

Cuando existe intolerancia a la lactosa, a la fructosa o al sorbitol, estas sustancias agravan claramente los síntomas, por ello es conveniente que los pacientes con síndrome del intestino irritable se realicen un test de tolerancia a las mismas, para suprimirlas o reducir su consumo.
En algunos casos existe una proliferación de bacterias en el intestino delgado, que es responsable de los síntomas. Por ello también se suele realizar un test de sobrecrecimiento bacteriano.

Intolerancia a la lactosa

Aunque las personas que no padecen síndrome del intestino irritable suelen tolerar pequeñas o moderadas cantidades de lactosa aunque presenten intolerancia a la misma (aproximadamente un 10-15% de la población europea de raza blanca, en los latinoamericanos y en las personas de raza negra la intolerancia es superior y puede llegar al 90%), los pacientes con síndrome del intestino irritable toleran mucho peor la lactosa cuando presentan intolerancia a misma y generalmente se ven obligados a suprimirla.

Muchos pacientes acuden a la consulta después de varias semanas siguiendo una dieta muy estricta, en ocasiones “casi se lo suprimen todo”, después de un empeoramiento tras una mejoría transitoria. Aportan generalmente en una carpeta cuidadosamente diseñada una multitud de alimentos subrayados en rojo tras realizarse una “prueba de intolerancia” basada en la determinación de la IgG (inmunoglobulina G) frente a multitud de alimentos y la supresión de aquellos con tasa elevada de esta inmunoglobulina.

Esta prueba por ahora no ha demostrado utilidad en la práctica clínica y aunque la realizan excelentes profesionales de la medicina por los que sentimos admiración y afecto, no podemos recomendarla.

Suplementos alimenticios

En farmacias y parafarmacias se venden multitud de sustancias para reducir el gas (con prebióticos, probióticos, carbón activado…) pero en su mayoría no han demostrado ser más eficaces que el efecto placebo; en algunos casos se venden como “suplementos alimenticios” sin haber siquiera llegado a hacer algún estudio acerca de su eficacia.

Para ayudar de una forma eficaz a los pacientes con síndrome del intestino irritable se requiere por lo tanto una consulta médica tranquila y laboriosa, que puede evitar realizar exploraciones invasivas innecesarias o peligrosas, una enfermera experta en nutrición para orientar de una forma científica sobre los alimentos más idóneos y la modificación progresiva de las pautas de los mismos, el empleo sensato y razonable de las pruebas de tolerancia a la lactosa, fructosa, sorbitol y sobrecrecimiento bacteriano y una fisioterapeuta experta, pues el descenso paradójico del diafragma se puede revertir con aprendizaje.

Actualmente se prescriben probióticos de forma indiscriminada, como si un antibiótico sirviese para todas las infecciones y por ello los resultados son bastante limitados.

El diseño de probióticos “a la carta” por algunas industrias, basándose en los estudios de la microbiota, es decir, de la flora intestinal del paciente, puede suponer un paso muy importante en el tratamiento del síndrome del intestino irritable.
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Gases, dolor abdominal, estreñimiento, diarrea.

Estos son algunos de los síntomas más frecuentes en el SÍNDROME DEL INTESTINO IRRITABLE, la patología del aparato digestivo más frecuente y una de las que más altera la calidad de vida. Aunque se disfraza de intolerancia a alimentos, no sólo éstos, sino también la microbiota y fundamentalmente una disfunción entre el intestino y el cerebro responsable de hipersensibilidad visceral produce un sufrimiento crónico que lleva a los pacientes a DAR PALOS DE CIEGO buscando soluciones que en ocasiones muchos profesionales no consiguen ofrecerles.

Le sugerimos la siguiente página promovida por la FEAD (Fundación Española del Aparato Digestivo).

https://www.saludentuvida.com/enfermedades-3/el-sindrome-del-intestino-irritable-no-mata-pero-puede-hacer-la-vida-insoportable/ 

Recetas bajas en FODMAP , eltoquedenatia (Instagram)

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