La ecografía nos permite estar viendo en tiempo real el trayecto de una aguja introducida en el organismo, sobre todo en cualquier estructura del abdomen, ello permite por ejemplo, cuando realizamos una biopsia hepática, asegurar que no pinchemos la vesícula, o un vaso de gran calibre, o el riñón y ayuda a reducir las complicaciones.
Asimismo permite guiar la punta de la aguja hasta una bolsa de pus (absceso) y colocar un drenaje que muchas veces evita una intervención quirúrgica, o bien para obtener tejido de una lesión cuya naturaleza no se puede precisar salvo mediante un estudios de las células extraídas.
Algunas lesiones malignas de pequeño tamaño en el hígado, también se pueden destruir evitando la cirugía, mediante la inyección de alcohol absoluto o pasando a través de unas agujas especiales una actividad eléctrica denominada «radiofrecuencia» que produce una necrosis o destrucción de dichas lesiones.
